El maravilloso y conmovedor mensaje de Shabana Basij-Rasikh me recuerdo mucho al de Malala. Ella no tuvo que pasar por una experiencia tan traumática como un ataque directo y armado, pero no es menos traumático el tener que esconderse y exponerse al riesgo cada día para poder recibir una educación.
A veces me gusta que mis alumnos escuchen estos testimonios. No debemos dejar de recordar que la educación, que debiera ser un derecho, se convierte en un privilegio de unos pocos.